En nuestro mundo de asuntos y conflictos divisivos, debemos tratar de defender algo. La lucha entre Palestina e Israel, compuesto de agravios históricos, complejidades políticas, y violencia permanente, se encuentra en la vanguardia de los conflictos modernos. La situación en el Oriente Medio ha pillado la atención global por décadas y recientemente ha estado apareciendo en el resumen de las noticias debido a los ataques realizados por todos que están de por medio del conflicto.
Eligiendo un lado en tal escenario puede ser un acto muy delicado, particularmente a nivel individual. Alumnos presentan la opinión de que el conflicto es demasiado enrevesado para tomar un lado. No obstante, la historia y unas consideraciones morales discrepan.
Nos cuesta desempeñar una posición con respecto a la polémica mientras examinamos nuestras brújulas morales y alineaciones éticas. Pero hay que reconocer que permanecer indiferente o pasivo ante la injusticia a menudo perpetúa el status quo.
fijémonos, por ejemplo, la segunda guerra mundial, una época de terror y violencia masiva. Ambos lados cometieron atrocidades, mataron a los inocentes y causaron sufrimiento indecible. Podría haber sido apetecible, desde la perspectiva de una persona infectada por el resultado de la guerra, decir; “Ambos están equivocados así que no voy a tomar ningún lado.” Sin embargo, la historia muestra claramente que defendiendo ante la tiranía de Alemania nazi fue la estanza del bien. Es decir que eligiendo el lado en favor de la justicia, aunque era imperfecto, contribuyó a la caída del régimen opresivo.
Eligiendo el lado en favor de la justicia en ese contexto es mucho más allá que sopesar pecados de los lados, existen muchos más matices para considerar. Hay que reconocer la profunda disparidad de poder y recursos entre los dos partidos para entender qué está pasando. Efectivamente, presenciar tal conflicto es parecido a ver una lucha entre el campeón de boxeo y un adversario desnutrido sin preparación.
Los retos económicos y sociales, los que enfrentan los palestinos en Gaza, Cisjordania, en el estado debilitado que están experimentando, están ligados a las políticas y acciones de Israel con el paso de los años. La ocupación militar y el blockade Israelí, la expansión de los asentamientos Israelíes en Cisjordania, el desplazamiento de los palestinos en 1967, y la continuación de conflictos relacionados han desempeñado un rol en la situación precaria en cual se hallan los palestinos hoy en día. Es esencial incluir dichos factores cuando hablemos del enorme desequilibrio de fuerza que están en juego.
Israel está en una posición de fuerza inmenso con apoyo militante y económico internacional. En cambio, los palestinos en Gaza ni siquiera tienen acceso a agua, electricidad. Israel ha cortado ambos. La gente de gaza está aislada y vulnerable a los ataques de una fuerza aplastante.
Exactamente como reconocemos la necesidad de intervenir cuando haya una lucha burdamente desigual, hay que también asumir la responsabilidad de tomar una postura cuando el desequilibrio de poder alcance proporciones extremas. El narrativo de Israel como víctima se falla cuando está medido contra las realidades duras de poder e influencia.
En la situación que estamos presenciando, nuestra elección trata de defender a las que están marginadas, oprimidas, y desfavorecidas. Trata de estar con ellos y emplear nuestro poder—el poder de nuestras voces, nuestro apoyo, y nuestras convicciones—para exigir y asegurar una resolución justa.
La cuestión es esta; defenderemos la vida humana, la justicia, y la igualdad? Ante la adversidad, la neutralidad no es una opción.
Written by Nathan Espindula
Translated to Spanish by Wesley Salimes